"LA HERENCIA DE BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA

“LA HERENCIA DE JUÁREZ”.
18/07/2008

Juárez murió el 18 de julio de 1872. A ciento treinta y seis años de su desaparición física, su ejemplo, su pensamiento, sus convicciones y su obra , sobreviven cada vez con mayor vigor.
La herencia de Juárez se agiganta y continúa vigente en los destinos de México. Está viva.
En las garantías individuales de que gozamos.
En la sociedad civil de que formamos parte.
En el derecho a la educación que se generaliza.
En el espíritu cívico que nos fortalece.
En el régimen constitucional que impera.
En las libertades políticas de que disfrutamos.
En la estabilidad institucional que prevalece.
En el Estado secularizado que rige.
En el proceso social que se registra.
En el desarrollo material que se consolida.
En la independencia nacional que nos salvaguarda.
En la conciencia de la nacionalidad que alienta en cada mexicano.
La herencia de Juárez es de libertad, de igualdad, de paz, de democracia, de progreso y de justicia.
En cada aspecto de México de nuestros días, se encuentra el surco luminoso que Juárez trazara hace ciento treinta y dos años.
Por eso la Revolución Mexicana es su más preciada herencia.

SU INMORTALIDAD.
Juárez “es el deber hecho carne”, decía Ignacio Manuel Altamirano en 1865.
En vida, recibió los más altos honores y a la historia ha pasado con el título, único, de Benemérito de América.
En plena lucha por la soberanía nacional, fue objeto de la adhesión de los pueblos de este Continente y de la admiración de ilustres hombres de Europa.
Toda Latino América, en marzo de 1865, planeaban una declaración conjunta de la repulsa al Imperio.
El Congreso de la República Dominicana, el 11 de mayo de 1867, aclamó a Juárez como “Benemérito de la América” a propuesta del diputado Antonio D, Madrigal.
Santo Domingo, 17 de julio de 1867, “EL MONITOR”, Periódico Oficial del Gobierno Dominicano fue en donde se publicó el acuerdo del Congreso de ese país por el que se declaró “Benemérito de las Américas” a don BENITO JUÁREZ.
El 25 de septiembre de 1867, los demócratas belgas felicitaron al Benemérito diciéndole: “desde todos los puntos de vista, os habéis mostrado digno y a la altura del mandato que se os había confiado”.